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El Científico Cristiano y el sexo

Del número de octubre de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando se trata del sexo, muchos de nosotros vivimos a la sombra de una moral basada en el temor, disciplinando nuestra conducta a una escala de valores negativos instituida por una comprensión parcial del Decálogo de Moisés. Si nos volvemos a la Ciencia Cristiana en busca de orientación moral, nos volveremos hacia la cálida expresión del verdadero amor: “Tendrás”.

Ahora bien, el verdadero amor no es el amor libre. Es mucho más fascinante, vigorizante, y satisfactorio que todo eso. Además, si no se arraiga en el amor verdadero, el afecto romántico o marital es de corta duración. El estímulo del amor verdadero radica en la verdad expresada en este pasaje del capítulo intitulado “El Matrimonio” en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy: “Lo bello en el carácter es también lo bueno, uniendo indisolublemente los lazos del afecto”.Ciencia y Salud, pág. 60;

Estas palabras implican aún mucho más que el más elevado sentimiento humano. El subtítulo al margen dice: “Afectos permanentes”, y ¿quién puede desear menos que afecto permanente?

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